Estaba dejando actividades de lado por el cuidado, y eso me frustraba
Cuéntanos por qué llegaste a Cuidadanas.
Estaba muy agobiada, con un ritmo de trabajo muy alto, en ese momento llegó a mi vida una persona mayor, tenía 79 años (un familiar lejano). Tomé la decisión desde la generosidad de cuidarle, era soltero, no tenía hijos y estaba enfermo. En ese momento, contratamos un servicio privado de cuidados, mi pareja estaba involucrada también, pero aun así, yo me sentía desbordada compaginando esta nueva situación con mis responsabilidades laborales. mi salud física y mental. Entonces, mi doctora de cabecera me dijo: “Estas experimentando el síndrome de la cuidadora” Hasta no escuchar esa palabra, no fui consciente de lo que me estaba pasando. Salí de la consulta con el teléfono de Cuidadanas y el convencimiento de que en este programa de la Fundación Mujeres, encontraría la ayuda que buscaba.
¿Qué te animó a venir?
Acudí a un taller sobre el cuidado de las cuidadoras, me pareció muy interesante. Poco a poco, estaba aprendiendo a gestionar mejor el tiempo y no sentirme culpable por no poder estar siempre en el cuidado. La situación de mi tío fue empeorando, demandando más cuidados. Por esas fechas tuve que hacerme cargo también de mi hermana que tiene diagnosticada una esquizofrenia paranoide. Con dos personas en casa para proporcionar cuidados el esfuerzo era mayor, afortunadamente, me sentía muy apoyada y reforzada en mi tarea, gracias a los talleres de Cuidadanas. Entendí que era un espacio especial para mí como cuidadora, donde encontraba formación e información y fundamentalmente solidaridad en mi tarea de cuidadora.
¿Qué has cambiado en tu vida para situarte también en el centro de tu cuidado?
Me han ayudado mucho los talleres, para reservar tiempo para mí, para el cuidado personal y psicológico. El proceso de cuidar es desgastante exigente y te avoca a situaciones inesperadas. Por tanto, es importante estar recibiendo apoyo y orientación para fortalecerte como persona que cuidadora. En Cuidadanas, nadie me dice que es mi responsabilidad, se enfocan en que yo también tengo que estar bien. Eso te hace tomar conciencia sobre tu situación, sobre tu bienestar. Si no te cuidas, tampoco podrás cuidar. A veces repito actividades porque me gusta reforzar, no desvincularme, compartir.
¿Cuáles consideras tus logros más destacados?
Sin duda, la gestión del tiempo, porque soy una persona que le gusta hacer muchas cosas. Estaba dejando actividades de lado por el cuidado, y eso me frustraba. Quería retomarlo. Ahora reservo un tiempo para la persona que cuidado y otro para mí. La persona cuidadora entra en un bucle, al principio prevalece el cariño, pero luego aparece la sobrecarga y la renuncia a cosas que te gustan hacer. También estoy intentando que el tiempo que paso con mi hermana sea de calidad. Buscamos aficiones comunes, rutinas en las que tanto la persona cuidada como la que cuida disfrute.
Hablemos de dificultades… ¿Qué obstáculos te has encontrado en este camino?
Una persona mayor, enferma o con una discapacidad necesita mucho amor, pero también recursos y apoyos. Las ayudas y apoyos por parte de la administración son escasas y en algunas provincias simplemente no existen. He tenido que hacer una hoja de ruta de recursos públicos dirigidos a personas con demencia senil y a mujeres con enfermedad mental, todavía son deficientes y precarios pero están. Mi dificultad actual como cuidadora es integrar socialmente a la persona que cuido e integrarme yo misma como cuidadora, poniendo en valor mi labor con el círculo familiar y de amigos. La sociedad en general rechaza a las personas cuidadas y margina a sus cuidadoras. Las leyes van por delante con un reconocimiento y amparo a las personas mayores, a las personas con discapacidad y las personas dependientes, pero la sensibilidad social está muy atrás. Es muy importante la visibilidad.
Y ahora, ¿Qué retos te has planteado?
Tener más tiempo. Prevenir situaciones peores. Las enfermedades avanzan. Quiero mantenerme activa y buscar siempre recursos para mi bienestar y el de mi entorno. Es importante tener presente que cuando se cuida una persona con una enfermedad, esta se vuelve más crónica. Es importante mantenerme actualizada para que los límites que se me presenten sean los menores posibles.
¿Qué le dirías a una mujer cuidadora, en una situación parecida a la que tú tenías?
Que busque ayuda. Y tener presente que una persona profesional que no tiene la perspectiva social necesaria en los cuidados, no sabrá tratar a las personas que cuidan. Que es un problema del conjunto de la sociedad. La primera solución que se encuentra por parte de los profesionales son medicinas para disminuir el estrés, pero no hay profesionales formados para brindar las herramientas necesarias para afrontar la tarea de cuidar. No pensar “yo puedo con todo” porque te vas a ver en situaciones inesperadas. No puedes con todo, y no pasa nada. De repente te sientes agobiada y no tienes vida, y el cuidado no se puede llevar tu vida. Cuando sientas esto, pide ayuda, no es ético descargar la frustración con la persona que cuidas. Por último, pensando en los apoyos públicos, no darse por vencida con la búsqueda de los recursos que existen para el caso concreto de la persona que cuidas, hay que insistir, encontrarlos y conseguirlos.