Me sentí arropada y entendida. Al empezar el primer curso conocí a personas extraordinarias.
Desde A Coruña, hemos contado con la colaboración de Loly Mato Candal quien nos ha explicado su experiencia como cuidadora y su paso por el programa.
Cuéntanos por qué llegaste a Cuidadanas.
Principalmente porque estaba en un momento complicado. Me recomendaron el programa en el Centro Cívico donde acudía de manera frecuente. Me sentí arropada y entendida. Al empezar el primer curso conocí a personas extraordinarias. Como las llamo yo: «mis hermanas postizas». Súper bien no, lo siguiente.
¿Qué te animó a venir?
Realmente me parece estimulante. Acabas conociendo gente e intercambiando experiencias. Creo que los problemas una vez contados pesan menos.
¿Qué has cambiado en tu vida para situarte también en el centro de tu cuidado?
Pensar que primero tengo que ser yo. Estar fuerte. Solo de esta manera puedes ayudar. Estar bien emocionalmente y físicamente. He aprendido a relajarme, a pensar detenidamente, reflexionar… Es necesario tomarlo como un hábito, y, que no se nos olvide.
¿Cuáles consideras tus logros más destacados?
Quererme a mí misma. Esto cuesta trabajo. Yo entré en el programa bastante mal, pero salí mucho mejor. Me siento más fuerte, siento que me entienden.
Hablemos de dificultades… ¿Qué obstáculos te has encontrado en este camino?
Existen altibajos. Siempre hay recaídas. Es un camino. A mí me costó mucho hablar sin filtro. Además, la pandemia tampoco ha ayudado.
Y ahora, ¿Qué retos te has planteado?
Abrirme más a nuevas personas, quizás conocer nuevos grupos. También, saludar más a menudo, dar abrazos…
¿Qué le dirías a una mujer cuidadora, en una situación parecida a la que tú tenías?
Hay una cosa que se llama Fundación Mujeres. Hay que romper con la barrera que tenemos en un momento delicado. Buscar siempre un espacio y un rato donde puedas ser tu misma, tranquilizarte, bajar el ritmo del día a día… Dicho de otro modo, cambiar el «chip» para poder compartir.