Me he empoderado, recuperé la ilusión de vivir. He aprendido a cuidarme a mí misma.
Desde Asturias hemos contado con la colaboración de Carmita Magdalena Villacis Fuentes, quien nos ha explicado su experiencia como cuidadora y su paso por el programa.
Cuéntanos por qué llegaste a Cuidadanas.
Llegué porque cuidaba a mi marido que estaba muy enfermo, con deterioro cognitivo. Allí, encontré a Ana, una trabajadora de Fundación Mujeres que me abrigó y me dio el apoyo que necesitaba. Me sentía desorientada, agobiada y deprimida.
¿Qué te animó a venir?
Me animó que quería cambiar la situación emocional en la que estaba. Me sentía deprimida, agobiada y muy sola. Comencé a asistir a los talleres y a las actividades que eran mi aliciente.
¿Qué has cambiado en tu vida para situarte también en el centro de tu cuidado?
Por desgracia, mi marido ha fallecido, pero me he dado cuenta que soy más fuerte de lo que pensaba. En mi vida actual, me reinvento constantemente, día a día. Ahora tengo nuevas amistades, voy a la gimnasia, hago senderismo, asisto a los talleres y a las actividades de la Fundación.
¿Cuáles consideras tus logros más destacados?
He aprendido a ser fuerte, a salir adelante de las adversidades…a ser resiliente. Me he empoderado, recuperé la ilusión de vivir. He aprendido a cuidarme a mí misma.
Hablemos de dificultades… ¿Qué obstáculos te has encontrado en este camino?
Creo que el principal obstáculo fue darme cuenta de que a las cuidadoras no se nos brinda todo el apoyo que necesitamos, en los servicios médicos y en la sociedad. Hay mucho desconocimiento sobre las realidades tan duras que vivimos las mujeres cuidadoras, que sentimos mucha frialdad por parte de grupos de profesionales. Poco tacto humano para explicarnos las cosas y entender nuestra situación.
Y ahora, ¿Qué retos te has planteado?
Ponerme a mí misma en el centro, seguir empoderándome y reinventarme día a día. Preocuparme para mí y vivir para mí.
¿Qué le dirías a una mujer cuidadora, en una situación parecida a la que tú tenías?
Que ponga mucho amor en todo lo que hace, porque el amor facilita las cosas. Pero también le diría que siempre confíe en que hay una luz al final del túnel, que no pierda la esperanza porque se sale adelante. Que pida ayuda, que se acerque a la Fundación y que sepa que para poder cuidar a otras personas, primero te tienes que cuidar a ti misma.